El nuevo recinto tendrá una capacidad para 243.500 metros cúbicos de residuos no reciclables y ya está activo para su utilización.
Se prevé que el nuevo depósito pueda ocupar una extensión de 14,7 hectáreas. Ambos lados de la cresta suman una capacidad total de 2,6 millones de metros cúbicos, que se irían ganando en actuaciones posteriores. El nuevo vaso tardaría en colmatarse alrededor de tres o cuatro año si sigue al ritmo actual.
El depósito de Artigas comenzó a funcionar en 1976. La Diputación lo cedió al Ayuntamiento en 2014. Bajo su césped se acumula una cantidad de basura y residuos que alcanza los 30 metros, aunque es un material que se puede comprimir con facilidad.
Las obras han consistido en la habilitación de un nuevo vaso de vertido en la vaguada derecha articulado en dos celdas de 10.000 metros cuadrados de superficie cada una. Se han empleado más de 200.000 metros cuadrados de materiales geosintéticos y 95.000 metros cúbicos de áridos valorizados, además de 4.000 metros de canalizaciones plásticas destinadas a la conducción de gases y lixiviados.
El mayor hito constructivo de esta obra es el empleo de materiales reciclados en lugar de áridos procedentes de cantera. También destaca en el proyecto la capa de cimentación, ejecutada aplicando un criterio innovador denominado “losa flexible”, que separa las nuevas celdas del vertedero. Su característica principal es que posee la capacidad suficiente para soportar la columna de residuo que se depositará y la resistencia a la deformación derivada del eventual asentamiento del viejo vertedero sobre el que se apoya.
Los pozos de extracción del biogás son un elemento singular de los trabajos realizados porque los pozos de gas quedan apoyados en la base del vertedero e irán creciendo a medida que aumente la altura del residuo depositado. Así se consigue una desgasificación efectiva que contribuye a lograr una gestión controlada de la emisión de gases con efecto invernadero. Así, se han escogido materiales geosintéticos de última generación cuya instalación ha recibido la certificación ISO/IEC 1720.
La finalización de las obras y la puesta en actividad del nuevo vaso permitirá dejar de utilizar el vertedero de Jata, que volverá a su función de convertirse en un depósito de cola. Los trabajos comenzaron en octubre de 2016 y se adjudicaron por 3,6 millones de euros.