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Una vivienda sostenible sin fugas energéticas

Optimizar la eficiencia energética de nuestras viviendas para neutralizar el gasto excesivo es más fácil de lo que pensamos. La adopción de medidas que hagan más racional nuestro consumo sin arruinar nuestro bolsillo está a nuestro alcance.

La mayoría de los gestos destinados a rentabilizar la eficiencia energética en el hogar no requieren ningún tipo de inversión, solo el sentido común aplicado a la interiorización de una serie de costumbres, basadas en un cambio de hábitos. Si llevamos a cabo esta recomendación, podríamos ahorrar más de 1.000 euros al año.
Las medidas más eficientes están dirigidas a evitar malgastar y perder el calor en invierno. También para que le resulte imposible penetrar en nuestros hogares en verano. Tampoco está de más intentar aprovechar la energía natural.
Una de las primeras pautas a llevar a cabo consiste mejorar el aislamiento de nuestra vivienda sellando correctamente las puertas para evitar fugas de calor en invierno. Esta costumbre reduce la inversión en calefacción en un 40% en invierno. Además, merma la necesidad de refrigeración en verano.
La mitad del consumo energético se debe a la calefacción. Por ello, es imprescindible usar equipos de calefacción y refrigeración eficientes.
Si tenemos radiadores eléctricos o convectores de resistencia eléctrica, la recomendación es sustituirlos por bombas de calor de clase A o superior. Por cada kWh eléctrico consumido proporcionan 3 o 4 kW/h térmicos.
En caso de tener calefacción y/o agua caliente central, es conveniente proponer a la comunidad instalar contadores individuales o estimadores de costes de consumo. Además de adelantarnos a una medida que será obligatoria en 2016, el hecho de que cada uno pague por lo que consuma nos hará ser milagrosamente más eficientes.
Si no tenemos instalados en la casa termostatos por zonas, deberíamos instalar llaves termostáticas en los radiadores. Son económicos y permiten regular la temperatura de cada estancia de forma automática e independiente, apagando cada radiador cuando se alcance la temperatura deseada. Aumentar en un grado en invierno puede incrementar el consumo en torno a un 7%.
La mitad del consumo energético se debe a la calefacción. Por ello, es imprescindible usar equipos de calefacción y refrigeración eficientes.
Si tenemos radiadores eléctricos o convectores de resistencia eléctrica, la recomendación es sustituirlos por bombas de calor de clase A o superior. Por cada kWh eléctrico consumido proporcionan 3 o 4 kW/h térmicos.
En caso de tener calefacción y/o agua caliente central, es conveniente proponer a la comunidad instalar contadores individuales o estimadores de costes de consumo. Además de adelantarnos a una medida que será obligatoria en 2016, el hecho de que cada uno pague por lo que consuma nos hará ser milagrosamente más eficientes.
Si no tenemos instalados en la casa termostatos por zonas, deberíamos instalar llaves termostáticas en los radiadores. Son económicos y permiten regular la temperatura de cada estancia de forma automática e independiente, apagando cada radiador cuando se alcance la temperatura deseada. Aumentar en un grado en invierno puede incrementar el consumo en torno a un 7%.
Si reformamos la vivienda, convendría instalar un buen aislamiento en las paredes exteriores (y en los techos si es la última planta), así como sustituir las ventanas viejas por otras de vidrio doble bajo emisivo y marcos de PVC. Aunque la inversión sea algo elevada, la amortizará en pocos años. Le será rentable, ya que Dobles cristales y burletes adhesivos en ventanas y puertas, que reducen entre un 5 y un 10% el consumo y previenen pérdidas de calor.
También es aconsejable aislar las cajas de las persianas introduciendo en su interior láminas finas de corcho, espuma autoadhesiva, poliespán o cualquier otro material aislante y pegándolas a las paredes. De esta forma, evitaremos la fuga de calor y las infiltraciones de aire frío directo de la calle (y viceversa en verano).
El capítulo de los electrodomésticos también es importante. A la hora de adquirirlos, es mejor comprarlos de clase A o superior, especialmente en el caso del frigorífico, que gasta mucho al permanecer conectado las 24 horas. Un ejemplo: un frigorífico clase A+++ consume en torno a un 70% menos que un modelo de clase media.
Tampoco estaría nada mal sustituir las bombillas incandescentes y halógenos por LED. Ahorraremos entre el 80 y el 90% del consumo eléctrico en iluminación. Además, la vida útil de los LED es muy superior (30 veces más que las primeras y 15 veces más que las segundas), el encendido es inmediato y suelen estar garantizados.
Si quieres más información sobre el uso inteligente de los electrodomésticos, la tienes en este enlace